Conglomerantes y Conglomerados

Los conglomerantes permiten la elaboración de productos conglomerados que facilitan la puesta en obra y la prefabricación de los sistemas constructivos con el respectivo no sólo abaratamiento de costes sino también una interesante versatilidad formal. De ellos, conviene señalar la importancia del yeso y del cemento, quedando tanto la cal como la tierra relegada, especialmente, a actuaciones en restauración, rehabilitación y bioconstrucción.

Antes de comenzar, nos gustaría recordar la diferencia entre aglomerante y conglomerante debido a la frecuente confusión en su empleo en la bibliografía, siendo los primeros aquéllos que dan cohesión por efectos físicos, aunque algunos lleven un elemento a modo de vehículo para su correcta aplicación; mientras que los segundos adquieren resistencias a través de transformaciones químicas. Por lo tanto, de los conglomerantes-aglomerantes más habituales, el yeso, la cal y el cemento pueden englobarse dentro de los primeros mientras que la tierra es un aglomerante. Además de éste último, el betún también es un aglomerante que, poca temperatura, comienza a ser un viscoso que adhiere muy bien.

En cuanto al yeso, España dispone de importantes yacimientos de este material. Para su empleo en construcción ha de calcinarse a una temperatura que alcanza los 180-200ºC para convertirse en semihidrato, en primer lugar, y en anhidrita después. Dichos compuestos al entrar en contacto con el agua fraguan hasta convertirse nuevamente en sulfato cálcico dihidratado, esto es, el “yeso”. Entre sus aplicaciones destacan el empleo en revestimientos y pastas de agarre así como en paneles prefabricados laminados más conocidos como paneles de cartón yeso.

El cemento es, sin lugar a dudas, el conglomerante estrella. A pesar de su corta edad (el punto de inflexión puede ubicarse en 1812 con Vicat), su expansión ha sido muy importante derivado fundamentalmente de su rápida adquisición de resistencias, lo elevado de éstas y su impermeabilidad. El cemento se emplea no sólo para morteros de agarre, recrecidos y de revestimiento, sino también para la fabricación de productos como bloques y bovedillas, paneles de fachada, entre otros, aunque su aplicación más importante reside en ser el componente más importante de los hormigones. El cemento puro se obtiene por la mezcla de clínker molido y yeso, que actúa como regulador de fraguado. En la actualidad, la mayor parte de los cementos presentan además de estos dos componentes, otros que actúan de adición y que no sólo convierten al cemento en un producto más “responsable” desde el punto de vista medioambiental sino que también abaratan los costes, al tratarse la mayor parte de las mismas de subproductos, y adaptan alguna de las características a los usos. Las principales adiciones son cenizas volantes, humo de sílice, puzolanas, escorias de alto horno, esquistos calcinados y filler de caliza.

La cal ha sido el material conglomerante de mayor relevancia histórica debido a sus propiedades mecánicas, a su resistencia a los condiciones atmosféricos así como a su transpirabilidad. Su empleo en España se prolongó hasta la década de los sesenta cuando la industrialización y cemento hicieron que cayera en desuso. Su recuperación se produjo aproximadamente en torno a 1990, incialmente, en obras de restauración extendiéndose después a las de rehabilitación así como a las de bioconstrucción, en este último caso derivado de su ciclo de vida cerrado y de su transpirabilidad en comparación con el cemento. A pesar de la carencia de explotaciones mineras de explotación de cales hidráulicas en España, su uso se ha extendido en los últimos años por la adquisición de resistencias a meno plazo dado que, las cales hidráulicas se encuentran a medio camino entre las cales aéreas y los cementos. Las primeras se distinguen, además de sus mayor resistencia mecánica, dureza y menor permeabilidad al vapor de agua, por la presencia de belita (silicato bicálcico), componente que también presentan los cementos aunque en éstos destaca el contenido de alita (silicato tricálcico). Entre sus aplicaciones destacan los morteros de junta y de revestimiento aunque también se fabrican productos tales como los ladrillos sílico-calcáreos, los paneles de silicato cálcico o los bloques de cal y cáñamo.

Finalmente, la tierra es el aglomerante más antiguo. Su importancia reside en el amplio patrimonio edificado con este material así como en su resurgimiento en bioconstrucción o el empleo continuado en países en vías de desarrollo. Su empleo se ha destinado para la elaboración de morteros de agarre o de revestimiento así como para la elaboración de adobes, BTC y tapias.

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